En el 2009, alguien sin duda genial tuvo la iniciativa de pedir a sus amigos y conocidos que tomaran un lápiz y un papel para que dibujaran una bicicleta. Todos pensaban que conocían una bastante bien (y hasta haberla usado), pero al momento de dibujar, la mayoría se dio cuenta de que no recordaba los detalles, no tanto como para que se viera real. El resultado fue 376 dibujos de lo más interesante y divertido.

¿Cuántas cosas creemos saber pero en realidad no es así? Los científicos le llaman a esto Ilusión de profundidad explicativa. Frecuentemente afirmamos en nuestra mente que conocemos el tema porque alguna vez lo escuchamos o lo leímos en alguna parte, incluso tomamos una clase específica de eso, pero al tratar de ponerlo en palabras o en práctica nos damos cuenta que estamos muy lejos de manejar bien el tema.

La escuela ha contribuido mucho a la construcción de esta Ilusión de profundidad explicativa. Durante todos los años escolares nos “asomamos” a algunos temas que se supone son de cultura general. Vemos un poco de geografía, otro poco de historia, una pizca de animales marinos y una pincelada de literatura universal, además, y con el afán de reforzar lo “aprendido”, nos ponen a repetir los mismos temas cada año, para que quede bien comprendido, dicen las autoridades educativas, y es así que revisamos el tema de la Revolución Mexicana cada año durante todos los años de primaria y secundaria y seguimos sin entender bien lo que pasó. Crecemos, llegamos a la universidad y de pronto nos vemos graduándonos en una ceremonia llena de amigos y familiares, recibiendo un diploma, felices por “haber triunfado” después de haber aprobado un sin fin de exámenes que nos hicieron sentir la extraña certeza de saberlo todo y estar listos para salir al mundo y comerlo a mordidas.

Al otro día salimos a buscar trabajo y nos damos cuenta de que en realidad no sabemos nada…

¿Qué significa realmente saber algo? Evidentemente esto va más allá de sólo recordar o memorizar datos. Según Hermann Ebbinghaus, en su famosa Curva del Olvido, después de memorizar algo olvidamos el 44.2% de su contenido sólo después de una hora y eso se va desvaneciendo al pasar el tiempo, ¡terrible!

Otro factor importante a tomar en cuenta es reconocer que la mayor parte de lo que sabemos es porque alguien más lo observó, lo descubrió y/o lo descifró, y la mayoría de las veces, alguien más nos comunicó aquel hallazgo o conocimiento. Confiamos en las deducciones de otros, en sus interpretaciones y en sus ideas. Muy pocos de nosotros hemos tenido la oportunidad de confirmar que la superficie de la luna está llena de cráteres o que el nitrógeno hace crecer las plantas. Confiamos en lo que nos dicen, en lo que leemos, en lo que nos enseñan.

¿Cómo deberíamos aprender entonces? Si lo que supuestamente aprendemos lo olvidamos muy pronto y la mayor parte de lo que aprendemos no lo hemos comprobado por nosotros mismos, entonces ¿qué nos queda para que sea algo verdaderamente significativo? Y es ahí donde entramos nosotros, los que hemos decidido probar con nuestro propio método, los que nos atrevimos a desafiarnos a nosotros mismos y vencer nuestros miedos y paradigmas educativos para aprender profundamente, a su tiempo y obedeciendo nuestro propio diseño.

¿Qué necesitaríamos hacer para aprender fuera de la ilusión de un aprendizaje superficial?Aquí van algunas sugerencias basadas en mi experiencia en casa, pero también basadas en la observación y acompañamiento a muchas familias que me han dado el privilegio de verlas crecer.

  1. Los aprendizajes no tienen horarios. Cuando destierres de tu cabeza la idea de que sólo en horario escolar se aprende “lo importante” entonces comenzarás a conquistar el universo del aprendizaje libre y profundo. La verdadera educación nunca tiene vacaciones. Conozco a un joven que se ha sumergido en el mundo de la literatura y la filosofía escuchando charlas y videos mientras siembra en su huerto en la azotea. Hoy puede conversar con grandes conocedores del tema sin nunca haber tomado una clase “formal” de literatura.
  2. Permite que tus hijos se conviertan en expertos de un tema cuando estén listos para ello. Esto puede ocurrir a temprana edad. Te sorprenderás al ver cuánto saben de un tema, cuántos nombres difíciles o fechas se pueden aprender sin obligación, cuánto tiempo de su día pasan indagando automotivados y cómo eso probablemente se puede convertir en la mejor forma para generar riqueza para sus vidas y las de otros si tan solo se lo permites. Este “descubrimiento” a temprana edad, o a la edad que sea, les dará ventaja y habilidades laborales a tus hijos porque aprendieron a hacerse responsables de sus propios aprendizajes en lugar de ser jóvenes dependientes de alguien más para aprender y avanzar. Conozco el caso de un chico que a los 15 años maneja bien el tema de “Teoría de juegos” y la edición de videos sólo por ver expertos en youtube y otra chica que a los 14 ya hace ilustraciones sobre pedido. Estos chicos ya han ganado sus primeros sueldos y están buscando preparase más a fondo con maestros especialistas en el tema.
  3. Tu presencia y acompañamiento al principio es fundamental. Una vez que ellos han crecido en identidad y seguridad propia poco a poco se desprenderán y necesitarán menos de ti. La inversión de tiempo al principio, cuando tus hijos son pequeños, parecerá mucha. Creerás que nunca podrás concretar tus proyectos personales y que la crianza te quita libertad pero lo que en realidad estás haciendo es potencializar vidas que muy pronto no necesitarán de tu presencia o consejo porque serán independientes y productivas.
  4. La cultura general se aprende más rápido de lo que supones. Tengo las pruebas para demostrar que los contenidos básicos de la educación elemental se aprenden en una quinta parte del tiempo que se usa en la escuela. Toda esa información, como saber las capitales del mundo, conocer el nombre del presidente, saber que las plantas usan el sol para convertirlo en alimento, etc., se adquiere con la vida cotidiana y exponiéndonos a la riqueza de los libros, la cultura y a los adultos dispuestos a acompañar aprendizajes. Lo que en la escuela toma años de repeticiones y aprendizajes obligados, en libertad toma meses o semanas y el hambre de aprender llega justo con la necesidad real de hacerlo.
  5. Permítele a tus hijos conocer, conversar y exponerse a verdaderos expertos en un tema. Conocer a los especialistas, escucharlos de viva voz, hacerles preguntas o simplemente leerlos detonará hambre profunda y genuina de aprender más de su labor, sus descubrimientos o su legado. En una ocasión le presté un libro a uno de los chicos de la comunidad. Lo leyó y quedó atrapado. El libro hablaba sobre libertad financiera e inversiones sencillas pero redituables. A su corta edad (17 años) comenzó a invertir en la bolsa. Hoy este joven tiene su empleo, está a punto de terminar su carrera universitaria, aprendió a invertir en la bolsa y tiene grandes ahorros para concretar su plan de vida. Sólo por ponerlo en contacto con un experto. Cabe recalcar que bajo este pensamiento, la universidad se convierte en una verdadera herramienta de aprendizaje y no una muleta de falsa identidad.
  6. No les estorbes a tus hijos exigiéndoles cumplir con un currículo estandarizado, ejercicios obsoletos y aburridos, grados escolares que dividen y desmotivan. Algunos niños podrían requerir un sistema estandarizado pero la mayoría no. Usar “moldes” puede robar o destruir la esencia y diseño natural de tus hijos. No interrumpas lo que un niño o un joven puede aprender a su tiempo y en su entorno.

Conviértete en un promotor de saberes, en un gestor de oportunidades para tocar, oler, leer, preguntar, viajar, construir, escarbar, tomar o escribir. Paga el precio de pasar horas observando y escuchando a tus hijos cuando juegas con ellos, cuando limpian la casa, ven una película o visitan a los abuelos. Paga el precio de resistir la presión social de vivir diferente, de aprender diferente y de cosechar resultados diferentes también. Aprender libre no significa vivir en descuido ni adquirir conocimientos sin esfuerzo, más bien significa aprender de forma congruente con los objetivos supremos de la vida y no de la economía o de la prisa. Deja de construir aprendizajes ilusorios y superficiales y dedícate a florecer, tú mismo y la vida de tus hijos.

4 comentarios en “¿Realmente sabemos lo que creemos saber?”

  1. Wow, la verdad cada vez que tengo la oportunidad de escuchar tus enseñanzas me conmueven hasta las lágrimas , no te imaginas cuanto anhelo esto para mis hijos , estamos en este camino y queremos perseverar hasta el final como padres, muchas gracias por compartir tus experiencias y profundas enseñanza que nos animan , exhortan y consuelan a seguir adelante en este hermoso reto de educar sin escuela. Gracias a DIos por tu vida y por compartir tu legado con familias que están unidas en este hermoso reto , un fuerte abrazo

    1. Es un libro llamado “La transformación total de su dinero” de Dave Ramsey. Es un libro que habla de salud financiera y no es específico de inversiones pero puede ser una buena base para comenzar en ese tema.

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