Hace tiempo que entendí que yo no era mamá de 5 sino, 5 veces mamá. Todos los padres y madres tenemos la oportunidad de descubrir que nuestros hijos son diferentes entre ellos, con visiones distintas de la vida aun cuando hayan sido criados en la misma casa y con las mismas costumbres, y menciono deliberadamente “tenemos la oportunidad” porque no todos estamos dispuestos a poner el tiempo que eso requiere para descubrirlo. Observarlos, escucharlos, preguntarles, abrazarlos. Sentirlos y que nos sientan es un privilegio electivo de algunos y circunstancialmente negado a otros.

Las neurociencias repiten una y otra vez que los aprendizajes están directamente relacionados con la mielinización y las conexiones que se establecen entre las neuronas, que aprendemos de forma distinta y todo el tiempo, que hay ventanas de oportunidad que se abren en condiciones neuronales específicas y que puede que nunca más se vuelvan a abrir. Las noticias diarias nos recuerdan que no sirve de nada saber sumar y restar si el cuerpo no recibe comida real, que no sirve de nada conocer la historia de tu país si no sabes lo que puedes hacer por él y que también es inservible saber conceptos de química si no tienes identidad ni dignidad pero seguimos empeñados como sistema en creer que los contenidos académicos son tan valiosos que se merecen el sacrificio de buscarlos a toda costa dejando a un lado y en último lugar el buen comer, el buen dormir, el buen colaborar, el buen amar y ser amado. Intercambiamos esto por un gran diploma.

Hace tiempo nos propusimos darnos la oportunidad como familia de extender la mano a todo lo que la vida nos pusiera enfrente: arte, campo, ciencia, viajes, sabores, texturas, gente, preguntas, problemas… todo.

Tengo las pruebas que demuestran que esto funcionó y todas esas semillas de experiencias diversas hoy han dado frutos grandes y buenos.

Voy a contarte aquí los detalles de algunas de ellas para que puedas dimensionar lo importante y profundo que es lo que haces en casa con los tuyos y lo valioso que es no perder el rumbo en el camino del aprendizaje genuino:

Ana

Mi primer hija. En su juventud temprana decidimos buscar una certificación de secundaria y luego de preparatoria. Llegaron los temas de matemáticas y consideramos, ella y yo, que era valioso descubrir y comprender a profundidad lo que esto nos ofrecía. Nos levantamos mucho tiempo temprano por la mañana, al salir el sol, sólo ella y yo. Investigamos cada cosa que no comprendimos, resolvimos cada problema, descubrimos cada acertijo. La investigación se convirtió en parte importante de su vida. Hoy Ana es asistente del Dr. Peniche, investigador nivel 1 del sistema de investigadores de nuestro país. Comenzó su propio negocio con sus dos hermanos menores donde buscan apoyar a los agricultores agroecológicos de la zona y conservar nuestras semillas criollas. Nunca se da por vencida.


Keila

Mi hija creativa. Nunca pudo permanecer mucho tiempo quieta. Le dimos oportunidad de entrenar gimnasia desde los 2 años porque anhelaba hacerlo. Logró llegar a una olimpiada nacional. Bailó, cantó, compitió, viajó… su necesidad de movimiento fue bien atendida. Un día le dijeron que faltaba quien tocara el oboe y se animó. Hoy es el primer oboe de su orquesta. Consiguió ser alumna de un oboísta contado entre los más grandes, según los expertos, y ella es tan entusiasta que a veces ni le cobran por recibir lecciones. Hoy se queda quieta horas estudiando su ejercicios, haciendo música y sintiendo lo que toca. Si quieres escuchar un poco de lo que hace puedes consultar esta liga donde cuenta un poco de su historia.


Pollo

Así le decimos a Luis David. De pequeño no podía hablar bien, su lengua no le obedecía. Le costó ser fluido en su lectura pero le gustaba analizarlo todo. Muchas obras de teatro, buena música y gente genial con conversaciones ricas y variadas en temas diversos desfilaron por sus días. A su tiempo llegó un libro y después del libro muchos planes y muchos libros más; un huerto, un pequeño negocio de fertilizantes naturales y mucha fortaleza física. Un 22 de abril, el día de la Tierra, nos sentamos todos en la sala, apagamos las luces y nos pusimos a conversar. Le gustó tanto el ejercicio que hoy se ha vuelto una tradición familiar pero repetida cada semana. Cada viernes Pollo prepara una serie de lecturas, poemas y música especial pensada en nosotros, su familia. Apagamos las luces y escuchamos los cuentos de Borges, los poemas de Benedetti y las reflexiones de Galeano. Hoy tiene un podcast llamado “Sopa de letras con Pollo” donde lee y reflexiona lo que lee. Hoy las palabras fluyen como miel dulce y nutritiva de su boca. El lenguaje hablado y escrito se volvieron sus amigos. Aquí puedes escuchar lo que hace y aquí la introducción de su curso de Huertos urbanos.


Pablo

El amante de las ciencias exactas. Hace tiempo me convertí en una cazadora de conferencias con expertos en diversos temas, gente que sabe, gente que comparte. Astronomía, medicina, herbolaria, ecología, de todo. Un día, sentado junto a mí, escuchó al Dr. Ramirez hablar de física, el experimento de la doble rendija y el comportamiento de las partículas de luz. Salió impactado. Los días siguientes leyó, investigó y aprendió. A los 12 años participó en un concurso de ciencias para jóvenes y ganó. Su premio fue conocer al Colisionador de partículas más grande del mundo, en Ginebra, Suiza. Aún sigue investigando y aprendiendo por su cuenta, algo que seguramente hará hasta el final de sus días. Tiene su propio negocio de juegos de mesa : Cavernícola. Aquí puedes ver su video ganador.


Piki

El pequeñín. Canta gritando todo el día y es difícil que se pueda concentrar en una sola actividad. Nuestras excursiones semanales al bosque y visitas frecuentes al zoológico le han abierto de par en par el mundo animal. Ahorró para comprar su última mascota y aprendió matemáticas armando su jaula que él mismo construyó.

No quiero que creas que mis hijos son el ideal que debes perseguir, de hecho evito contar detalles de sus aprendizajes y desempeños porque no quiero fallarles en su derecho a la privacidad pero en esta ocasión he decidido que sus vidas te pueden inspirar y nuestras experiencias te pueden abrir el panorama para que vislumbres lo siguiente:

  1. Expón a tus hijos a todas las experiencias saludables de las que puedas echar mano. Mientras son pequeños, huelan, toquen, escuchen, sientan. Cuando crezcan conozcan gente interesante, visiten lugares desconocidos, vean buenas películas, inviten expertos a casa, asistan a talleres especiales, denle la oportunidad a todo.
  2. Considera al aprendizaje como un verdadero privilegio. Si disfrutas de aprender tus hijos también lo harán. No desprecies lo que sabes ni lo que saben los demás nunca.
  3. Conviértete en cazador(a) de buenas experiencias. Tú propicias estas experiencias deliberadamente. Tú gestionas los recursos y los dosificas hasta que ellos se conviertan en los responsables de sus propios aprendizajes paulatinamente.
  4. La sabiduría está en todas partes, aquí y allá, gritando y agitando los brazos para que alguien la encuentre y converse con ella. Dedíquense a buscarla, ella no se pone difícil de encontrar.
  5. No creas que tus hijos saben el rumbo de su vida desde pequeños, eso lo descubrirán juntos (tú y ellos) intentando muchas cosas cada día. Ofrece experiencias diversas aunque parezcan distantes a sus intereses. Si lo haces, no sólo les estarás dando la maravillosa oportunidad de descubrir su diseño sino que les estarás dotando de dos grandiosas características internas: tolerancia y cooperación.
  6. Dentro de casa y en sus alrededores seguro encontrarás experiencias interesantes también. No se necesita mucho dinero para vivirlas, solo disposición.

Expón a tus hijos de ésta manera y nunca lo lamentarás

8 comentarios en “Exponiendo a mis hijos”

  1. Muchas gracias Cecy, a veces parece una tarea titánica y el miedo a fallar me hace dudar por momentos, pero creo que vale la pena intentarlo, ver su ejemplo me motiva a ello.

  2. Se lee de manera tan especial que pareciera que los temores se esfuman, tengo 10 años educando en casa y he sido tan limitada, me he equivocado tanto que cuando veo el fruto de mis hijos no puedo adjudicarmelo, honestamente. Mi deseo es verlos como esos árboles completos, que fueron plantados de una semilla que van a dar fruto en su tiempo y que su hoja no caerá, que estén adheridos a su fe y que caminen siendo luz en mundo que la necesita. Me gusta tanto leer tus artículos, me ubican, pq seguido pierdo el rumbo. Bendiciones desde Chihuahua, México.

    1. Dulce, mi camino está lleno de caídas, muchas cosas no las he hecho “bien”.
      Esas imperfecciones también siembran y construyen.
      Siempre que escribo algo busco no sonar triunfalista o falsamente positiva porque tomar en tus manos esta inmensa responsabilidad no es fácil como tampoco es fácil sostenerla.
      Cada mañana es una nueva oportunidad de hacerlo mejor, más eficiente, más profundo….
      No subestimes lo que has logrado y sembrado. Nunca lo hagas.
      Vístete de fuerza y honor todos los días y crece… crece en tu identidad de mujer, de mamá, de ser humano.
      Cambia lo que tengas que cambiar y crece.

      1. Gracias que bellas palabras ❤️ de ninguna manera suenas triunfalista ni positivista pq si fuera así no mostraría los frutos de tus hijos. Al contrario, lo veo más como animando a que no todo es perfecto pero si perfeccionable y veremos más adelante el fruto de esa semilla. Solo que si hay días donde te das cuenta que perdiste el rumbo y ya estás metido de nuevo en la rueda del ratón perdiendo perspectiva y mal enfocando te, cuando realmente esto se trata de ser libre y disfrutar, pq como lo dijiste, no mamá de 3, sino mamá 3 veces, gracias por contestar mi msj, es una bendición siempre leer tus experiencias. Saludos desde Chihuahua.

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